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sábado, 28 de julho de 2018

TRADICIÓN X TRADICIONALISMO - Pr ROGÉRIO AMARAL




TRADICIÓN Y TRADICIONALISMO

“Negligenciando el mandamiento de Dios, guardáis la tradición de los hombres” - Marcos 7:8.

No todas las tradiciones son malas. Existen muchas costumbres que son saludables y agregan buenos e importantes valores. Un buen ejemplo de esto es cuando una escuela tiene como tradición, tener una enseñanza rigurosa, que prepara bien a los alumnos para el futuro. Otro ejemplo son las tradiciones familiares: reunir a la familia en fechas específicas, la tradición de los hijos reunirse para homenajear a mamá en el Día de la Madres o la tradición de todos reunirse los domingos para saborear aquel plato delicioso de la abuela, en fin. Este tipo de tradición debe ser cultivada y mantenida, pues es bueno y agradable a la vida de todas las personas. Sin embargo, cuando el asunto es la tradición religiosa, la historia cambia de figura, porque cuando se trata de religión, la TRADICIÓN siempre se vuelve TRADICIONALISMO. Y, sí, hay una gran diferencia en esto, pues, tener una tradición como las familiares es algo bueno, ya el tradicionalismo es el apego incisivo a esos hábitos religiosos que nada aumentan a la vida de las personas. Y la religión tiene este poder maldito de volver imprescindibles cosas, que, en verdad, son inútiles.

En la perspectiva del evangelio, los grandes movimientos avivalistas de la historia como, por ejemplo, el avivamiento Moravo del Conde Zinzendorf en el siglo XVIII, que dio base para avivamientos posteriores y el caso de un evento tan importante en cuanto a la reforma protestante, no tienen como fundamento el descubrimiento de una nueva idea acerca del evangelio, el evangelio por sólo ya es nuevo.

Antes, su belleza está en descubrir la misma verdad inmutable y liberadora de la palabra de Dios, del evangelio de la gracia de Cristo Jesús. En el avivamiento Moravo, lo que comenzó a hacer toda la diferencia, era la dedicación a 2 la práctica de la oración, lectura de las escrituras, de las relaciones y de la ayuda mutua. No hay nada de nuevo en eso, es más, nade es más básico para la fe cristiana que orar y tener comunión con la palabra y unos con los otros, como podemos verificar en el libro de Hechos. “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles y en la comunión, en el partir del pan y en las oraciones” Hechos 2:42.

El gran profesor de Yale, Jaroslav Pelikan, definió sabiamente la diferencia entre tradición y tradicionalismo. Este es la fe muerta de los que viven y aquella es la fe viva de los murieron. Estamos más para el tradicionalismo en nuestras iglesias que para tradición. En el tradicionalismo, el hombre, las instituciones, son el centro, la razón de las cosas. Hay una búsqueda desenfrenada por la apariencia, por la visibilidad. Es impresionante cómo los tradicionalistas insisten en las pequeñas cosas que no aportan nada. Son como los religiosos de la época de Jesús que sólo veían la paja en el ojo ajeno y no veían la viga en el suyo. Ellos eran sepulcros blanqueados – bonitos por fuera y podridos por dentro. El tradicionalismo es una enfermedad caracterizada por la cleptomanía, por la voluntad intensa de aparecer, de publicar sus hechos en todas partes. Son religiosos de final de semana. Valorizan más la organización que el organismo.

Lamentablemente, los tradicionalistas viven basados por lo que pueden ver, por lo que puede ser presentado-representado a los ojos, al toque en la piel, en el cuerpo. Los tradicionalistas tienen mucha dificultad de creer en Jesús sin ningún simbolismo y/o apariencia, los tradicionalistas no consiguen cree-caminar en Jesús sin tener señales. Como fue dicho por Yale, la tradición, la esencia trae-genera vida, nos trae a la memoria la fe viva de la caminada y de la manifestación de Dios, con todo, esta misma esencia, estas experiencias de fe deben ser vividas en las novedades de vida, en la caminada diaria con Jesús, abierto a las posibilidades de Dios manifestarse, hablar, hacer, salvar, operar hoy en día, de la forma que EL desee, como él hizo en el pasado (la tradición nos nuestra un Dios que habla, que oye, que se manifiesta, que ama, que opera milagros y maravillas), el tradicionalismo dice que Dios tiene que continuar a manifestarse, a hacer de las mismas maneras-formas-métodos; la tradición muestra que Dios es verdadero, es vivo, es presente, que se manifiesta aunque no consigamos ver y que se manifieste siempre y en todos los lugares. El tradicionalismo tiene la necesidad de ver, de prenderse a lo que ya está acostumbrado, ya conoce, ya domina. La tradición muestra que la esencia de Dios tiene que ver con la comunión con Dios y con el prójimo, muestra que el prójimo es más importante que las cosas y/o formas (ver la vida de John Wesley después de la experiencia del corazón ardiente). El tradicionalismo nos hace valorizar-amar más a las formas, los métodos, las cosas que a Dios y al prójimo.

Yo oro para que aprendamos a amar a Dios y a nuestro prójimo independientemente de lugar, de forma, de día de la semana, de lo que se ve o no se ve, de lo que se tiene o no se tiene, de lo que se siente como emoción o lo que se deja sentir, pero sí por saber quién es Dios, por saber cuánto EL nos ama y EL se manifiesta en todos los tiempos, en todos los lugares, en todos los medios (desde que no vaya contra su propia palabra y enseñanzas), por saber que el Evangelio de Jesús sólo es verdadero, sólo es importante si da glorias a Dios y se alcanza al prójimo para edificar y para salvar. 

En Él, que le llamó para vivir en novedad de vida, Pst. Rogério Amaral

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