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sexta-feira, 20 de abril de 2018

Miré un Nuevo Cielo y una Nueva Tierra - Pr ROGÉRIO AMARAL





Vi un cielo nuevo y una tierra nueva...” (Apocalipsis 21:1)

Estamos en las Fiestas Patrias, ¡es el cumpleaños del Perú! ¡Viva el Perú! ¡Cuán bueno es poder está en un país libre!
¡Felicito a esta nación y oro a Dios para que en cada día ella sea más justa para todos los peruanos y los que aquí viven! Sé que fue una conquista grandiosa, lograda con mucha lucha, donde muchas personas dieron su tiempo y hasta su vida en busca de esa libertad, de esa independencia que hoy todos los peruanos celebran. Alabado sea Dios por las vidas que se entregaron a esta gloriosa conquista.
¡Que Dios bendiga el Perú! Que cada gobernante, que cada peruano pueda valorar esta libertad buscando en todo el tiempo mejorar a este país, mejorar a sí mismo y a cada peruano en todos las áreas de la vida. Oro para que así sea.
Aquí, donde me alegro por esta fecha tan hermosa y maravillosa, también quiero hablar sobre una conquista de la cual tenemos que alegrarnos todos los días, una libertad conquistada por Jesús en la cruz.
Cuando Dios envió a Jesús Él lo hizo para darnos, aquí y ahora, una vida de paz interior (Juan 14:27 “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”), para darnos la luz de la vida en esta vida de tinieblas (Juan 1:4-5, Mateo 5:13-14) y para darnos, también, la vida eterna (Juan 10:10, Juan 10:28: “yo les doy vida eterna y jamás perecerán y nadie las arrebatará de mi mano”), como también, con la vida eterna, darnos una nueva ciudad (Juan 14, Hebreo 12:22, Apocalipsis 21).
Saben, la libertad nacional es algo maravilloso, lograda con muchos sacrificios y eso es motivo de mucha alegría. Pero, aunque exista la libertad nacional, sabemos que muchas personas aún viven como esclavos, esclavos de las drogas, esclavos sociales, esclavos emocionales, pues aún vivimos en este país con muchas personas malas, egoístas e injustas.
Pero, cuando hablamos de la libertad dada, conquistada por Jesús, libertad ésta donde Él dio su propia vida, donde Él sufrió todos los tipos de injusticias, donde Él tuvo su cuerpo totalmente castigado, hablamos de una libertad que nos permite una nueva vida, una libertad general, donde, aún aquí en esta tierra, Dios abre nuestro entendimiento para poder discernir lo cierto de lo errado, lo malo del bueno, lo justo de lo injusto y hace con que, si realmente fuimos libertados por Él, vivamos una vida haciendo y predicando la libertad y la justicia (Mateo 5). Más aún, Jesús nos promete, nos garantiza una nueva nación, una nueva ciudad, la ciudad celestial donde solamente habrá justicia, alegría, paz y amor.
Celebremos y vivamos la libertad nacional, pero apostemos también por la libertad  espiritual, de la vida eterna y de la nueva ciudad celestial. Eso es posible y real si usted cree en Jesús y lo acepta como su único y suficiente Salvador y Señor.
¡Que Dios le bendiga!

Pr. Rogério Amaral

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